La pandemia ocupa casi todo el espacio mediático hoy en la mayorÃa de los paÃses de renta superior; y a través de tal espacio se puede ver lo que se está diciendo y, más importante, lo que no se está diciendo sobre la pandemia en los establishments polÃtico-mediáticos en la mayorÃa de tales paÃses. Y las conclusiones que derivan de la realidad que les rodea son muy preocupantes. Veamos ejemplos de ello.
Y comencemos subrayando que todo lo que está pasando, incluso la aparición y expansión de la variante nueva ómicron, era predecible, como ya señalé en múltiples ocasiones. Es, por lo tanto, muy sorprendente que muchos dirigentes, incluyendo el presidente Biden en EE.UU., hayan indicado que nadie se esperaba lo que ha pasado en las últimas semanas, cuando se creÃa que estábamos ya viendo el fin de la pandemia, y de pronto apareció una variante del virus en Sudáfrica, que en solo cuatro semanas se esparció por la mayorÃa de paÃses de renta superior determinando un nivel de contaminación nunca visto antes.
Y es muy probable que otras variantes puedan aparecer, que podrÃan incluso ser peores. PodrÃamos enfrentarnos en una futura ola con una variante que además de ser muy rápida y eficiente en su movilidad, fuera muy virulenta, pues no es cierto lo que se está diciendo de que las nuevas variantes tengan que ser menos virulentas que las anteriores. La Delta era más letal que Alfa.
Y este riesgo continuará ocurriendo hasta que no se reduzca el nivel de contagio a nivel mundial. La gente no vacunada es un caldo de cultivo para que se vayan produciendo nuevas variantes. Y hay millones y millones de personas en el mundo que no están vacunadas, predominantemente en paÃses de renta baja.
El hecho de que haya una diferencia tan marcada entre el nivel de vacunación de los paÃses ricos y los paÃses de renta media y baja es un escándalo no solo moral, sino también desde el punto de vista de salud pública. Contrario a lo que el pensamiento liberal, dominante en la mayorÃa de los paÃses de renta alta promueve, las desigualdades no favorecen ni la eficiencia económica, ni la resolución de los grandes temas sociales, incluyendo la pandemia. Toda la evidencia cientÃfica muestra que la solidaridad es una condición para la resolución de la pandemia.
La distribución de las vacunas que ha seguido una lógica comercial ha enlentecido y dificultado la resolución de este gran problema. Un tanto igual aparece en la distribución de las mascarillas y de las pruebas rápidas de antÃgenos, que se utilizan ampliamente para comprobar si una persona está o no contaminada. Ello explica que el acceso a estos y otros bienes de enorme importancia para controlar la pandemia esté determinado en gran manera por el nivel de renta de la persona y del paÃs. Esta es una realidad de la que no se habla.