Publicado en el último número de la revista MediSan, Vol. 27, No. 2 (2023): MARZO-ABRIL; se presenta el artÃculo SifÃlide opalina como única manifestación de la sÃfilis secundaria, sobre el caso clÃnico de un paciente del PoliclÃnico Aquiles Espinosa Salgado de Las Tunas el cual ponemos a consideración de los profesionales de la salud para su lectura y estudio.
La sÃfilis es una enfermedad infectocontagiosa sistémica causada por el Treponema pallidum, de evolución crónica, con perÃodos de exacerbación e intervalos de latencia; aunque la trasmisión es mediante contacto sexual desprotegido o materno-fetal, también puede adquirirse de manera accidental.(1-3)
Su incidencia se ha incrementado en los últimos años, sobre todo entre los hombres que tienen sexo con otros hombres. Es una enfermedad curable, que afecta a personas de cualquier sexo, edad y nivel socioeconómico; pero sin tratamiento, la infección puede progresar hacia complicaciones neurológicas y cardiovasculares.(2,3)
Una de las primeras manifestaciones clÃnicas de la sÃfilis es el chancro, que se caracteriza por ser oval o redondeado, endurecido y ulcerado, concomitante con adenopatÃas satélites (indoloras, duras, unilaterales o bilaterales), ubicadas principalmente en la región inguinal, que aparecen entre 7 y 10 dÃas después del chancro.(3,4)
Luego de un perÃodo asintomático, que dura de 2 a 6 semanas, aparece la erupción de la sÃfilis secundaria, que puede ser difusa, pero más pronunciada en las palmas de las manos y las plantas de los pies, en las cuales las pápulas son rodeadas, con un borde descamativo, conocido como collarete de Biett.(3)
Entre las pruebas de mayor utilidad en el diagnóstico de la sÃfilis se encuentran las no treponémicas, que incluyen la prueba serológica para la detección de enfermedades venéreas y la reagina plasmática rápida (VDRL y RPR, por sus respectivas siglas en inglés), que son técnicas manuales, sencillas y permiten semicuantificar (obtener un tÃtulo); y las treponémicas, que detectan anticuerpos especÃficos contra el Treponema pallidum. Estas últimas dan positivo de por vida, incluso en infecciones tratadas, por lo que no deben emplearse como marcadores de actividad o para valorar el éxito del tratamiento.(5)
Se refiere(1) que, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, hasta agosto de 2016 unos 5,6 millones de personas estaban infectadas con sÃfilis en todo el mundo. Lo anterior resulta paradójico, pues en la actualidad se conoce que mantener una conducta sexual responsable puede prevenir el contagio; sin embargo, en pleno siglo XXI estas enfermedades, lejos de disminuir, se encuentran en ascenso.
En el 2019 la incidencia de sÃfilis disminuyó en Cuba (38,1 por cada 100 000 habitantes) respecto al año anterior (41,8 por 100 000); no obstante, en el 2020 el número de casos diagnosticados aumentó ligeramente en el municipio de Las Tunas, según lo registrado en el Centro Municipal de Higiene y EpidemiologÃa de ese territorio. En ese sentido, se ha identificado que la dificultad en el control de las infecciones de trasmisión sexual se debe, principalmente, al diagnóstico tardÃo.(6,7)
De acuerdo con las consideraciones anteriores, resulta importante que los médicos tengan un alto Ãndice de sospecha para evitar retrasos en el diagnóstico y tratamiento, lo que es esencial para evitar la evolución a formas graves de la enfermedad y detener la cadena epidemiológica; razones que motivaron a presentar este caso para compartir experiencias en relación con una manifestación infrecuente de la etapa secundaria y más infectante de la sÃfilis: la sifÃlide opalina.
Ver detalles del artÃculo: –https://medisan.sld.cu/index.php/san/article/view/3803/html