Entre las proezas que, ante el aumento de casos de la COVID-19, realiza cotidianamente nuestro pueblo, debe contarse la de los trabajadores de la unidad empresarial de base (UEB) Gases Industriales Santiago de Cuba, para asegurar oxígeno medicinal a varias provincias, limitadas en su disponibilidad.
Tras la rotura de la principal planta cubana que, desde La Habana, abastece al occidente y al centro del país, así como a Las Tunas y a Holguín, recibieron el encargo de cubrir parte del déficit generado, sin afectar las asignaciones habituales a Guantánamo, Granma y a su propio territorio.
Hugo Pedrera Fonseca, director de la UEB, significa que es un reto sin precedentes para una instalación de más de tres décadas, la cual, normalmente, de lunes a viernes, en turnos de ocho horas, garantizaba, con unos 250 cilindros diariamente, la demanda de las instituciones de Salud Pública del suroriente cubano.
En garantizar capacidad de respuesta ha tenido mucho que ver, por su experiencia, el jefe de la planta de oxígeno, Franklin Ramos Tabera, quien asegura haber recordado el encargo que Fidel les encomendó cuando inauguró la fábrica, el 24 de julio de 1987.
Para alcanzar, sin empleo de fuerza externa, la plena capacidad del medicamento, se paralizaron las plantas de acetileno y de nitrógeno líquido y gaseado, cuyo personal, integrado en brigadas, fue capacitado para cubrir, en tres turnos, la producción ininterrumpida.
Por primera vez lograron embotellar, establemente, 920 cilindros envasados cada 24 horas, lo cual ha permitido hacer envíos a Holguín, Las Tunas, Camagüey, Sancti Spíritus y Villa Clara, y responder a urgencias en provincias occidentales. Antes de arribar a Santiago los camiones, los helicópteros o los aviones que los trasladarán, los botellones siempre han estado listos, a la espera. Un valioso estímulo, considera Pedrera Fonseca, resultó la visita a la planta del vice primer ministro Ramiro Valdés Menéndez, quien, acompañado por las máximas autoridades territoriales, se interesó por el proceso tecnológico y la atención al personal, al cual agradeció su esfuerzo por la salud del pueblo.
Si bien Ramos Tabera recuerda que la asesoría japonesa pronosticó diez años de vida útil para la industria, al cabo de 34 destacan, en su cabal explotación, el dominio de la tecnología, el rigor de los mantenimientos y el virtuosismo de los mecánicos y técnicos.
El especialista principal del área técnica, Jorge Bermúdez Martínez, resaltó que la estabilidad productiva también es resultado de la convicción revolucionaria de veteranos y jóvenes de que la prioridad está en salvar vidas, y, lejos de reclamar descanso, tienen el overol siempre a mano para, «ante el mínimo problema, sea madrugada, sábado o domingo, salir disparados a restablecer el sistema».
Pedrera Fonseca dedicó palabras para exaltar a la brigada que, con una pequeña planta, entrega cada día 12 cilindros de oxígeno medicinal en Baracoa, así como a aquellas que, al no enviarse ahora oxígeno líquido a los grandes hospitales de Guantánamo, Santiago de Cuba, Contramaestre, Bayamo y Manzanillo, reciben los botellones y velan por su óptimo empleo.
Son una sola familia, dicen, sacudida en estos días, por el orgullo. Cuando ven partir los camiones, o saben de la carga urgente que llevan helicópteros y aviones, se les hincha el pecho porque sienten que ahí va una parte del corazón que ellos le ponen a Cuba.
