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“Oportunidades perdidas” para el diagnóstico de mujeres con vaginitis

Las mujeres sometidas a un examen de vaginitis mediante una prueba de amplificación nucleica tenían significativamente más probabilidades de ser sometidas a pruebas conjuntas de Chlamydia trachomatis y Neissaria gonorrhoeae que las mujeres diagnosticadas con otros tipos de pruebas, según datos de más de 1,3 millones de personas.[1]

Aunque el estándar de atención para diagnosticar la vaginitis es la evaluación clínica, muchas prácticas no realizan una evaluación clínica precisa y completa por diversas razones, y los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) actualmente recomiendan pruebas moleculares, escribieron Casey N. Pinto, Ph. D., de la Penn State University, en Hershey, Estados Unidos, y sus colaboradores. Los CDC también recomiendan realizar pruebas a las mujeres con vaginitis para detectar Chlamydia trachomatis y Neissaria gonorrhoeae, dada la alta tasa de coinfecciones entre vaginitis y estas infecciones de transmisión sexual, pero los datos sobre las pruebas conjuntas en la práctica clínica son limitados, dijeron.

En un estudio publicado en Sexually Transmitted Diseases, los investigadores revisaron una base de datos de reclamaciones administrativas comerciales de 1.359.289 mujeres de 18 a 50 años a las que se les diagnosticó vaginitis entre 2012 y 2017.[1]

Las mujeres fueron categorizadas en grupos según el tipo de diagnóstico de vaginitis: prueba de amplificación nucleica, prueba de sonda de ácido desoxirribonucleico (ADN), prueba de laboratorio tradicional y aquellas diagnosticadas clínicamente en una visita inicial, pero sin código de terminología procedimental actual (CPT) para pruebas adicionales.

En general, casi la mitad de las mujeres (49,2%) no tenía ningún código terminología procedimental actual para seguir con más pruebas de vaginitis más allá del diagnóstico clínico. De aquellas con códigos, 50,9% se sometió a pruebas tradicionales en el lugar de atención: preparación húmeda o cultivo, 23,5% tuvo una prueba por sonda de ADN y 20,6% se sometió a una prueba de amplificación nucleica.

Aproximadamente un tercio (34%) de las mujeres se sometió a pruebas conjuntas de Chlamydia trachomatis/Neissaria gonorrhoeae. Las tasas de pruebas variaron ampliamente según el tipo de prueba de vaginitis, desde el 70,8% de las mujeres que recibieron prueba de amplificación nucleica hasta el 22,8% sin código de terminología procedimental actual. En un análisis multivariado que incluyó la edad, la región y el índice de comorbilidad de Charlson, las que se sometieron a la prueba de amplificación nucleica tuvieron ocho veces más probabilidades de someterse a la prueba conjunta de Chlamydia trachomatis/Neissaria gonorrhoeae que aquellas sin código terminología procedimental actual (odds ratio: 8,77; p < 0,0001).

Las mujeres que recibieron una prueba tradicional o una prueba de sonda de ADN para detectar vaginitis también tenían más probabilidades de realizarse una prueba Chlamydia trachomatis/Neissaria gonorrhoeae que las mujeres sin código de terminología procedimental actual, pero solo entre 1,8 y 2,5 veces más probabilidades.

“Nuestros datos sugieren que la mayoría de los médicos no están aplicando el estándar de atención para probar y diagnosticar la vaginitis, o no participan en una atención integral mediante pruebas conjuntas de vaginitis y Chlamydia trachomatis/Neissaria gonorrhoeae cuando las pacientes pueden estar en riesgo, lo que resulta en oportunidades perdidas para un diagnóstico preciso y posibles coinfecciones asociadas”, apuntaron los investigadores en su discusión. Agregaron que las tasas más altas de pruebas de Chlamydia trachomatis/Neissaria gonorrhoeae entre las mujeres que recibieron prueba de amplificación nucleica o pruebas de vaginitis con sonda de ADN podrían atribuirse a las pruebas combinadas, y la tasa más baja de pruebas de Chlamydia trachomatis/Neissaria gonorrhoeae de pacientes sin código de terminología procedimental actual podría deberse al acceso limitado a la microscopía o la preferencia del médico por únicamente el diagnóstico clínico, observaron.

Los hallazgos estuvieron limitados por varios factores, incluida la falta de datos sobre pruebas y diagnósticos previos al periodo de estudio y no facturados al seguro, y por la incapacidad de tener en cuenta variables como raza, etnia y estatus socioeconómico, anotaron los investigadores.

Sin embargo, los resultados resaltan la necesidad de una atención más integral para aprovechar las oportunidades de identificar Chlamydia trachomatis o Neissaria gonorrhoeae en mujeres diagnosticadas con vaginitis, concluyeron.

El estudio fue apoyado por Becton, Dickinson and Company. La autora principal, Pinto, Ph. D., reveló haber sido consultora de Becton, Dickinson and Company y haber recibido honorarios de Roche.

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Ariadna Velázquez Ricardo
MSc. Informática Esp. Educativa. Esp. Gestión, procesamiento y almacenamiento de la información. CPICM-SC. Infomed.
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