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El día de la ciencia y su contexto

Hoy 15 de enero, como cada año, es el Día de la Ciencia en Cuba. Ocasión para celebrar (porque tenemos nuestro derecho) pero también para pensar (porque es nuestro deber). Pensar la ciencia cubana en su contexto. El contexto de este año.

La muy difícil situación de la economía fue el signo principal del 2023. Esta ha sido analizada, con transparencia, con autocrítica, con profundidad en las causas, y con datos, en las recientes sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y en varias intervenciones de dirigentes y diputados, que reflejan lo que piensa el pueblo.

Tal contexto contiene peligros. El principal de todos es que nuestros enemigos históricos, que son los mismos  que escribieron la Enmienda Platt en 1901, los mismos que se adueñaron después de la tierra, las minas y las fábricas, los mismos que apoyaron a Batista en 1952, los mismos que impusieron el bloqueo económico en 1962 y lo reforzaron en medio de la pandemia de Covid, aprovechen ahora la angustia  y la comprensible insatisfacción de muchos, y la ingenuidad de muchos otros, para proponer decisiones económicas de corte neoliberal  basadas en privatizaciones y contracción de las capacidades del Estado (el programa de Milei en Argentina ofrece una lista ilustrativa),  o para criticar sin proponer nada (las redes sociales están llenas de eso), que es otra variante de lo mismo.

Ahí están las batallas de ideas de hoy, y en esas batallas hay que combatir.

Todo eso conforma el contexto de los debates de hoy, cuyo análisis general no es el objeto de este comentario.  Hoy, 15 de enero, detengamos la mirada específicamente en el espacio y las responsabilidades de la Ciencia y de los científicos en los desafíos y las tareas que tiene ante sí el pueblo cubano, del que somos parte inseparable.

Lo primero es reconocer que, a pesar de los innegables logros del esfuerzo cubano en la ciencia (el pueblo los conoce y no necesitamos recapitularlos aquí ; el control de la pandemia de Covid es solamente el hito más reciente, entre muchos) nuestro Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación,  y los sectores industriales más dependientes de la Ciencia, han sido también dañados por décadas de bloqueo económico y de acciones intencionadas (sabemos de dónde vienen) para impedir las conexiones de la ciencia cubana con la comunidad científica mundial.

Es tan obvio que ese daño tendría que ocurrir, que apenas necesitamos argumentar la afirmación. Aun así algunas cifras sirven de ilustración:

Según el informe de la UNESCO sobre EL ESTADO DE LA CIENCIA 2023, Cuba gastó en Investigación-Desarrollo el 0.32% de su Producto Interno Bruto (dato del 2021, otras fuentes dicen 0.4%), bastante menos que la cifra equivalente para América Latina y el Caribe, que es 0.61%. Ese mismo dato para Brasil es 1.17 % y para España es 1.43%.

Nótese que estas no son cifras absolutas, sino relativas al PIB. 

En el 2021 Cuba reportó 1510 investigadores, equivalente de jornada completa, por millón de habitantes en la población económicamente activa. El promedio de América Latina es 2190, el de Brasil es 3990 y el de España 11010.

Las limitaciones económicas para la calidad de vida, y también para la eficacia de la labor científica, han creado una presión migratoria.

Al menos un millar de cubanos vinculados a la labor de investigación científica emigraron solamente en el 2022.

Por supuesto que este es un fenómeno mundial. Se estima en más de 240 millones la cantidad de migrantes en el mundo y cerca de 40 % tiene educación universitaria.

El principal beneficiario de estos flujos migratorios ha sido Estados Unidos.  Entre los científicos que han emigrado de los países subdesarrollados, 76% está en Estados Unidos. Cerca de un tercio de los científicos formados en el mundo subdesarrollado hoy residen los países desarrollados.

Pero el carácter global del proceso no justifica que adoptemos una actitud fatalista. Hay que enfrentar este problema con sabiduría y sistematicidad.

Recientemente en una entrevista para la Revista Juventud Técnica el vicepresidente de la Academia de Ciencias de Cuba, Prof. Carlos Rodríguez, enfatizaba que “La ciencia tiene un punto de no-retorno, de hecho palpable ya en algunas especialidades, que está dado por la pérdida de la capacidad de formar gente nueva y reproducir el sistema científico” .

Esta urgencia de continuar el crecimiento y la reproducción del sistema científico se vincula con otro tema, no menos urgente, que es la necesidad de retomar un camino de industrialización, pero ahora basada en tecnologías avanzadas. Es lo que dijo Fidel en 1993 cuando expresó en Santiago de Cuba que: “La ciencia y las producciones de la ciencia, deben ocupar algún día el primer lugar de la economía nacional……tenemos que desarrollar las producciones de la inteligencia, y ese es nuestro lugar en el mundo, no habrá otro”.

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Ariadna Velázquez Ricardo
MSc. Informática Esp. Educativa. Esp. Gestión, procesamiento y almacenamiento de la información. CPICM-SC. Infomed.
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