La pérdida de masa muscular es una gran preocupación para las personas que toman medicamentos contra la obesidad, como la semaglutida. Estos agonistas del GLP-1 imitan al péptido similar al glucagón 1 para suprimir el apetito y regular el metabolismo. Pero reducir las calorías conduce a un déficit de energía, que el cuerpo, a menudo, compensa con la destrucción de tejido muscular.
Al respecto, algunos fármacos experimentales están buscando contrarrestar esta pérdida muscular. Más adelante, pero en un futuro próximo, es probable que las terapias para perder peso y ahorrar músculo se hagan realidad. No obstante, la próxima ola de medicamentos para la obesidad que llegará a las farmacias se parece mucho a lo que ya está en el mercado.
El aumento en el desarrollo de medicamentos contra la obesidad fue posible gracias al éxito de la semaglutida y la tirzepatida. Ambos principios activos han liberado el potencial de un mercado mundial que se prevé que supere los 100 000 millones de dólares a finales de esta década.
Pero tanto la semaglutida como la tirzepatida tienen limitaciones. Requieren inyecciones semanales y, con frecuencia, causan algunos efectos secundarios desagradables, como las náuseas, los vómitos y la diarrea. Además, la pérdida de masa muscular y la probabilidad de recuperar peso tras suspender la terapia, también son problemas de importancia. Sin mencionar que el 10-30 % de las personas que los toman no son respondedoras a ellos.
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