La neumonía, la causa infecciosa más común de hospitalización y mortalidad en adultos en los EE. UU., ocurre cuando un patógeno infecta el tracto respiratorio inferior. La infección posterior y la respuesta inflamatoria causan síntomas respiratorios y sistémicos, y pueden conducir a sepsis, síndrome de dificultad respiratoria aguda y muerte.
La neumonía adquirida en la comunidad (NAC) se define como la neumonía que se adquiere fuera del ámbito hospitalario o específicamente en pacientes que no estuvieron hospitalizados durante las 48 horas previas al diagnóstico. A partir de 2019, la NAC incluye a pacientes previamente clasificados como con “neumonía asociada a la atención médica”, que se adquiere después de una hospitalización reciente.
La NAC no incluye a los pacientes que adquieren neumonía durante su hospitalización (después de más de 48 horas de internación) o aquellos con neumonía asociada al respirador. Aunque la NAC generalmente se trata en entornos ambulatorios, hasta el 10% de los pacientes son hospitalizados.
La incidencia de hospitalización debido a NAC en los EE. UU. es de aproximadamente 24,8 por 10.000 personas-año para todos los adultos, con una incidencia más alta (63 por 10 000 personas-año) en mayores de 65 años. La mortalidad a 30 días post hospitalización por NAC varía del 2,8% para adultos menores de 60 años al 26,8% para los mayores de 60 años y con condiciones comórbidas.
Esta revisión resume la evidencia sobre patogenia, epidemiología, diagnóstico y tratamiento de la NAC y se centra en adultos sin condiciones que comprometan el sistema inmunitario.
Patogénesis |
La patogénesis de la NAC implica una rápida proliferación de patógenos bacterianos, fúngicos o virales dentro de los alvéolos y las vías respiratorias pequeñas adyacentes, combinada con inflamación, lo que altera la homeostasis tanto localmente en los pulmones (lo que resulta en disnea, tos, alteración del intercambio de gases y consolidación radiográfica del espacio aéreo) como sistémicamente (fiebre, fatiga, estado mental alterado y potencialmente sepsis).
La mayoría de los virus respiratorios, incluido el SARS-CoV-2, se propagan a través de la transmisión por aerosoles o partículas aéreas de menos de 5 μM que permanecen suspendidas en el aire, evitan las mascarillas quirúrgicas y acceden directamente al tracto respiratorio inferior por inhalación, y normalmente no se propagan por gotitas respiratorias de corta duración ni por fómites.
Estudios recientes documentaron que los pulmones sanos contienen comunidades diversas de bacterias (en su mayoría de origen orofaríngeo) viables, metabólicamente activas, que contribuyen a la calibración dinámica de las defensas inmunes del huésped.
Los factores que resultan en la aparición de un único organismo patógeno en pulmón no se comprenden completamente, pero potencialmente incluyen infecciones virales previas, aspiración de grandes volúmenes de contenido faríngeo y gástrico o deterioro inmunológico local, como disfunción ciliar o alteración de la función de macrófagos. Además, el uso previo de antibacterianos sistémicos puede seleccionar un único organismo, o un organismo resistente.
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