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Dr. Ernesto Guevara de la Serna. Nuestro che

Hoy, 14 de junio 2023, cumpliría 95 años, el eternamente joven médico revolucionario Dr. Ernesto Guevara de la Serna, conocido internacionalmente como Che, quien nació en la ciudad argentina de Rosario, en 1928.

Comenzó en 1941 los estudios de Bachillerato en la ciudad de Córdoba. Desde los 11 años de edad se le consideraba un as del ciclismo, y en 1944 comenzó también a practicar otros deportes, de manera intensa. Pero su inquietud no era solo física, mientras cursaba la segunda enseñanza manifestó ideas radicales y tomó parte activa en diversas manifestaciones estudiantiles.

En 1945 se trasladó a Buenos Aires; allí matriculó en la Facultad de Medicina y trabajó en el Instituto de Investigaciones Alérgicas. Durante sus vacaciones solía hacer trabajos de enfermería en barcos de la marina mercante en viajes por puertos nacionales.

Al terminar el cuarto año de la carrera, hizo un recorrido por toda la Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Colombia y Venezuela, lo que le despertó la vocación por la higiene social.

En su viaje a Valparaíso, Chile, en compañía de su amigo Granado, conoce a una vieja asmática, cliente de “La Gioconda”, un establecimiento de comidas y licores. Según sus propias palabras: “la pobre daba lástima. Sumaba a su estado asmático una regular descompensación cardíaca. En estos momentos es cuando el médico, consciente de su total inferioridad frente al medio, desea un cambio de cosas, algo que suprima la injusticia que supone el que la pobre vieja hubiera estado sirviendo hasta hacía un mes para ganarse el sustento, hipando y pensando; pero manteniendo frente a la vida una actitud erecta”.

Luego de obtener el título de Doctor en Medicina el 1º de junio de 1953, fue llamado a cumplir el Servicio Militar, aunque declarado no apto, en virtud del asma que padecía desde los dos años de edad.

Meses después inició un viaje a Venezuela, luego a Guayaquil, Ecuador, y se desvió hacia Guatemala, donde no se le permitió ejercer su profesión. En ese país participó en el ensayo socialista bajo los gobiernos de Juan José Arévalo y de Jacobo Arbenz y estableció contacto con los grupos revolucionarios, entre ellos varios exiliados cubanos.

De Guatemala se trasladó a México, donde laboró en el Hospital Central del Distrito Federal, en el Laboratorio del Hospital Francés y en el Centro de Investigaciones Alérgicas del Instituto de Cardiología, donde hizo contacto con los miembros del Movimiento 26 de Julio cubano, exiliados en esa nación.

En 1956 llegó a integrar el grupo de revolucionarios que luchaban por liberar a Cuba de la dictadura militar de Fulgencio Batista. Su nombre aparece en la relación de los 81 expedicionarios del yate Granma que acompañaron al jefe de los revolucionarios, Fidel Castro Ruz.

El 5 de junio de 1957 se le confirió el grado de Comandante de la Cuarta Columna, como reconocimiento a sus méritos como oficial de línea en la lucha de la Sierra Maestra.

En agosto de 1958 el Comandante en Jefe, Fidel Castro, le encomendó ponerse al frente de una columna que debía invadir la provincia de Las Villas, a cuyo efecto dirigió numerosos combates hasta la toma definitiva de la ciudad de Santa Clara.

A la entrada de la Revolución victoriosa en La Habana, el 2 de enero de 1959 ocupó la Cabaña, segunda fortaleza militar en importancia de la capital cubana.

A pocos días del triunfo, por Ley dictada por el Gobierno Revolucionario, fue declarado ciudadano cubano por nacimiento y el 13 de enero del propio año 1959, el Colegio Médico Nacional le otorgó la categoría de “Médico cubano honorario”.

La actividad de Che en Cuba fue multifacética: médico, guerrillero, comandante, Jefe de Industrias del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA); Presidente del Banco Nacional de Cuba, Ministro de Industrias, jefe de delegaciones comerciales y diplomáticas, representante de nuestros pueblos latinoamericanos en eventos internacionales, jefe de regiones militares, escritor, teórico militar y de la política económica en el período de transición; sin abandonar por ello sus responsabilidades como oficial de las Fuerzas Armadas, ni su pensamiento como médico.

Prueba de esto último fue el discurso que pronunció el 20 de agosto de 1960, donde expuso los fundamentos de su concepción sobre una medicina de esencia social y proyección humanista y sus impresiones al “entrar en contacto con la miseria, con el hambre, con las enfermedades, con la falta de capacidad para curar a un hijo enfermo por la falta de medios, con el embrutecimiento que provocan el hambre y el castigo continuo hasta hacer que la pérdida de un hijo sea para un padre un accidente sin importancia”.

La vida de Ernesto Guevara fue la fiel expresión de su sistema de valores personales, enriquecidos en los años de lucha en Cuba con los nuevos valores creados por la Revolución triunfante.

Nunca he pensado la figura del Che como si se tratara de alguien que, por inmaculado, pudiera perder su propia naturaleza humana. Creo que –como todo ser humano- tenía defectos y que cometió errores; pero unos y otros no alcanzaron ni la magnitud ni el peso suficientes para ser trascendentes. ¿Qué importancia pudo haber tenido la rispidez de sus respuestas a algunas preguntas extemporáneas, superficiales o casi tontas?… ¿Cuál es la trascendencia del trato severo a un guerrillero indisciplinado?…

Ciertamente, fueron importantes en el momento histórico concreto en que se produjeron; pero no más allá. Sin embargo, sus ricas y variadas virtudes, especialmente morales, cultivadas con deleite de artista, han servido para modelar, en disímiles rincones del mundo, el ideal de millones de jóvenes.

Quisiera compartir con ustedes algunas consideraciones sobre lo que, a mi juicio, constituye la mayor riqueza del médico social, del héroe de la batalla de Santa Clara, del luchador por alcanzar la realización de su sueño africano, del hijo legítimo de Bolívar y su ideario americano.

Che fue el artífice del perfeccionamiento de algunas conceptualizaciones teóricas, tales como el internacionalismo proletario. En este sentido hablan mejor sus propias palabras: “El internacionalismo proletario es no solo un deber de los pueblos que luchan por asegurar un futuro mejor; además, es una necesidad insoslayable”.

Ernesto Guevara fue el promotor en Cuba del trabajo voluntario como factor ideológico, económico y moral. Para decirlo textualmente como él lo dijera:

“El trabajo voluntario es una escuela creadora de conciencia, es el esfuerzo realizado en la sociedad y para la sociedad como aporte individual y colectivo y va formando esa alta conciencia que nos permite acelerar el proceso de tránsito”.

En la entrega de Certificados de Trabajo Comunista a los obreros destacados que cumplieron con su compromiso moral, dijo: “Por eso nosotros lo defendemos con tanto ahínco, por eso nosotros tratamos de ser fieles al principio que los dirigentes deben ser ejemplo, como ha planteado Fidel en reiteradas oportunidades. Y hemos venido a este acto también, con el compañero viceministro Borrego, a recibir nuestros diplomas. No es un acto pueril y no es un acto de demagogia, es simplemente la demostración necesaria de que nosotros -los que hablamos constantemente de la necesidad imperiosa de crear una nueva conciencia para desarrollar el país y para que se pueda defender frente a las enormes dificultades que tiene y a los grandes peligros que lo amenazan- podamos mostrar nuestro certificado de que estamos siendo conscientes y consecuentes con lo que decimos, y que, por lo tanto, tenemos derecho a pedir algo más de nuestro pueblo”.

Como todos a quienes dirijo este mensaje son profesionales de salud, quisiera recordar un breve pasaje de “La guerra de guerrilla” dedicado a la “Sanidad”. El primer párrafo es todo un tratado ético. Así escribió: «El médico cumple en la guerrilla una función de extraordinaria importancia, no solo la estricta de salvar vidas, en que muchas veces su intervención científica no cuenta, dados los mínimos recursos de que está dotado, sino también en la tarea de respaldar moralmente al enfermo y de hacerle sentir que junto a él hay una persona dedicada con todos sus esfuerzos a aminorar sus males y la seguridad de que esa persona va a permanecer al lado del herido o enfermo hasta que se cure o pase el peligro».

Ernesto Guevara y de la Serna no es un hombre para recordar un día, por muy solemne que este día sea, es un hombre que merece nuestro constante recuerdo, porque en sus palabras y en sus actos, es un verdadero tratado y ejemplo de ética médica.

Confieso, queridos compañeros, que al recordar aquellos primeros años de Revolución, en los cuales pudimos disfrutar de la presencia del Che, me percato que aún queda en mí mucha de la alegría contagiosa de aquellos años por el papel protagónico de nuestra juventud en las tareas revolucionarias.

La Revolución no es abstracta, es tan material y corpórea como hombres tiene forjándola y haciéndola marchar hacia adelante. No es perfecta, como no lo somos sus ejecutores. Pero es nuestra, la que hemos hecho con dolores y alegrías, con éxitos y retrocesos, con indecisiones y convicciones.

Conmemoremos, pues, el 95 Aniversario del natalicio de ese valeroso hijo de la gran patria americana, Ernesto Che Guevara, uno de esos hombres extraordinarios que lo dan todo en pos de un ideal.

¡Guerrillero Heroico, seguimos en combate por la dignidad, la libertad y la justicia social!

¡HASTA SIEMPRE, COMANDANTE!

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Ariadna Velázquez Ricardo
MSc. Informática Esp. Educativa. Esp. Gestión, procesamiento y almacenamiento de la información. CPICM-SC. Infomed.
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