Las lipodistrofias se pueden clasificar atendiendo a diferentes criterios. En todos los casos insistimos en que no podemos hablar de lipodistrofia cuando hay solo una tendencia moderada a la acumulación de tejido adiposo o a la no acumulación en una zona del cuerpo o del rostro.
Una de las maneras de clasificar las lipodistrofias establece dos categorías generales: lipodistrofias que tienen un predominio de obesidad central y las que tienen un predominio de pérdida de grasa periférica. Así hablamos de lipohipertrofia para referirnos a una acumulación excesiva de grasa en ciertas partes del cuerpo (es raro que afecte al rostro), y de lipoatrofia, una pérdida de grasa en la cara o en otras zonas corporales.
Las lipodistrofias también pueden clasificarse de acuerdo a la extensión de la pérdida de grasa en generalizadas, parciales y localizadas; y, de atendiendo a su etiología, hablando entonces de lipodistrofias congénitas y adquiridas.
Causas
Cuando existe una lipodistrofia suele haber una causa, bien sea genética, bien sea la consecuencia de una enfermedad o de un tratamiento farmacológico. Por ello te aconsejamos que si empiezas a sufrir lipodistrofia, además de consultarnos tu caso hables antes con tu médico de cabecera, quien te indicará una serie de pruebas diagnósticas a realizar.
Aquí hacemos un paréntesis para comentarte que los tratamientos de la lipodistrofia facial también sirven a las personas que tienen un rostro muy delgado porque presentan bajo peso corporal y desearían modificar el volumen de los pómulos o las mejillas dentro de unos límites que respeten la armonía.
La causa más habitual de las lipodistrofias faciales con la enfermedad del VIH y los efectos secundarios a largo plazo de ciertos tratamientos antirretrovirales. Pero también puede aparecer este problema asociado a enfermedades mucho más frecuentes como son la diabetes y problemas de tiroides. Estas dos patologías también se relacionan con muchos casos de lipodistrofias corporales, sin olvidar los desequilibrios en los niveles de estrógenos.
En resumen, si la lipodistrofia no es congénita, puede ser el síntoma de una enfermedad o el efecto secundario del tratamiento de la misma. Hablamos de tratamientos que no pueden cambiarse por otros en la mayoría de los casos, por lo que es más sencillo atajar el problema estético, retocando cada cierto tiempo si fuera necesario.
Cuando una lipodistrofia es debida a una enfermedad curable o controlable, se espera a ver si el paciente necesita o no tratamientos estéticos una vez controlada la causa.
¿Cómo Tratar la Lipodistrofia?
Dependiendo del tipo de lipodistrofia y su grado o severidad, puede ser posible controlarla con tratamientos más o menos conservadores.
Peso saludable y ejercicio
Cuando una persona presenta una distribución anómala de la grasa, en especial si el problema aparece en el cuerpo, presentar un peso muy elevado o muy bajo no hará otra cosa que acentuar el problema. Por tanto, lo primero que se intenta es que el paciente tenga un peso adecuado, o lo recupere en caso de haberlo perdido, con dieta y ejercicios, a veces de rehabilitación, deportes en otras ocasiones.
Liposucciones y Lipoescultura
La Lipoescultura permite realizar cambios importantes en la armonía corporal mediante la eliminación de tejido adiposo, por lo que no suele ser la solución a una lipodistrofia, aunque siempre se debe estudiar cada caso.
Cuando la distribución de grasa anómala afecta a zonas como el vientre o la región cervical posterior, la llamada “joroba de búfalo”, se suele optar por una Liposucción.