En todos los países del mundo, cada persona debería tener la oportunidad de vivir una vida larga y saludable. Sin embargo, los entornos en los que vivimos pueden favorecer la salud o perjudicarla. El medio ambiente influye significativamente en nuestros comportamientos y nuestra exposición a los riesgos para la salud (por ejemplo, la contaminación atmosférica y la violencia), nuestro acceso a los servicios (por ejemplo, la asistencia sanitaria y social) y las oportunidades que ofrece el envejecimiento.
El número y la proporción de personas de 60 años o más están aumentando en todas las poblaciones. En 2019, el número de personas de 60 años o más ascendía a 1000 millones. Esa cifra aumentará a 1400 millones para 2030 y a 2100 millones para 2050. Este aumento se está produciendo a un ritmo sin precedentes, y se acelerará en los próximos decenios, en particular en los países en desarrollo.
Este cambio históricamente significativo en la población mundial requiere adaptaciones en la manera en que se estructuran las sociedades en todos sus sectores. Por ejemplo, la asistencia sanitaria y social, el transporte, la vivienda y la planificación urbana. La labor orientada a forjar un mundo más grato para las personas mayores es una parte esencial y urgente en el contexto de nuestra cambiante demografía.
El envejecimiento plantea desafíos y ofrece oportunidades. Entre otras cosas, aumentará la demanda de atención primaria de salud y de cuidados a largo plazo, requerirá más personal mejor capacitado, y agudizará la necesidad de contar con entornos físicos y sociales más agradables para las personas de edad. Ahora bien, esas inversiones pueden propiciar múltiples contribuciones de las personas mayores, bien sea en el ámbito familiar o en su comunidad local (por ejemplo, como voluntarios o participantes en la fuerza de trabajo formal o informal) o en la sociedad en general.
Las sociedades que se adaptan a este cambio demográfico e invierten en el envejecimiento saludable hacen posible que las personas vivan más tiempo y con mejor estado de salud, lo que redunda en beneficios para esas sociedades.
La OMS trabaja con Estados Miembros, organismos de las Naciones Unidas y diversas partes interesadas de diferentes sectores a fin de promover el envejecimiento saludable en cada país. El envejecimiento saludable se define como ‘el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez’. La capacidad funcional está determinada por la capacidad intrínseca de una persona (o sea, sus capacidades físicas y mentales), el entorno en el que vive (entendido en el sentido más amplio e incluidos los entornos físicos, sociales y políticos) y la integración entre esos elementos.
La OMS realiza esta labor en consonancia con la Estrategia y plan de acción mundiales sobre el envejecimiento y la salud 2016-2020, así como con el Decenio del Envejecimiento Saludable 2020-2030, en las cuatro esferas de actuación siguientes:
- cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar en relación con la edad y el envejecimiento;
- velar por que las comunidades promuevan las capacidades de las personas mayores;
- proporcionar acceso a la asistencia a largo plazo a las personas mayores que la necesiten; y
- prestar servicios de atención integrada y atención primaria de salud centrados en la persona, que respondan a las necesidades de las personas mayores.