El suicidio, una de las principales causas de muerte con devastadores costos emocionales y sociales, es generalmente prevenible y constituye un problema crÃtico de salud pública mundial. La pandemia de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) puede aumentar el riesgo de suicidio de la población a través de sus efectos sobre una serie de factores de riesgo bien establecidos.
Antes de la pandemia, muchos paÃses estaban participando en estrategias de prevención del suicidio y, aunque la carga global de muertes por esta causa ha aumentado, algunos esfuerzos nacionales estaban comenzando a ver resultados positivos. Además, la brecha entre las necesidades y los servicios de salud mental se ha ampliado en muchas naciones. Con las cargas adicionales de salud fÃsica y mental, sociales y económicas impuestas por la pandemia, muchas poblaciones en todo el mundo pueden experimentar un mayor riesgo de suicidio. Los datos y los eventos recientes durante los primeros 6 meses de la pandemia revelan efectos especÃficos sobre el riesgo de suicidio. Sin embargo, los aumentos en las tasas de suicidio no son una conclusión inevitable, incluso con los efectos negativos de la pandemia. De hecho, los datos emergentes sobre suicidios de varios paÃses no muestran evidencia de un aumento durante la pandemia, hasta el momento. Hay pasos prácticos que los responsables de la formulación de polÃticas, los lÃderes de la atención médica y los lÃderes organizacionales pueden tomar para mitigar el riesgo de suicidio durante y después de la pandemia.
La pandemia de COVID-19 presenta una oportunidad nueva y urgente para enfocar la voluntad polÃtica, las inversiones federales y la comunidad global en el imperativo vital de la prevención del suicidio. La prevención del suicidio en la era de la COVID-19 requiere abordar no solo los factores de riesgo especÃficos de suicidio, sino también los factores de riesgo propios de la pandemia. Esta Comunicación especial proporciona estrategias prioritarias basadas en evidencia para médicos y sistemas de prestación de atención médica, junto con polÃticas nacionales y locales e iniciativas educativas adaptadas al entorno COVID-19. Si se implementan a escala, estas intervenciones podrÃan mitigar significativamente los efectos negativos de la pandemia sobre el riesgo de suicidio.
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